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EL CAPITALISMO: ENTRE EL LUCRO Y EL FASCISMO

 

 

Pocas veces encaramos de manera comprensible la lucha de clases, como para entender que cada segundo de la historia está copado de acontecimientos que expresan y reflejan los antagonismos entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Esta lucha diaria de los opresores por conservar sus privilegios y la lucha de los oprimidos por conquistar sus derechos, no necesariamente asoma de manera franca y abierta, sino, gran parte del tiempo se presenta encubierta y posponiendo el uso de los recursos y herramientas más letales para el momento más álgido de las contradicciones.

 

Que la relación entre las clases, en nuestro país, se muevan dentro de una situación de equilibrio inestable, no quiere significar, que no existe la lucha de clases y que esta lucha no tenga manifestaciones concretas y reales y que efectivamente podamos mostrarlas como una expresión de estos antagonismos históricos. Por lo mismo, nos parece necesario explicar que la lucha de clases como fenómeno permanente, se refleja en diversos ámbitos y de acuerdo a eso, su carácter tendrá formas o modos más pacíficos o más violentos.

Si bien la propiedad privada de los medios de producción y la explotación económica y social que de este hecho se deriva, así como la venta de la fuerza de trabajo por parte del productor para someterse a una jornada laboral enajenante y opresiva, originando las relaciones sociales de producción capitalista; si bien –decíamos- constituyen la raíz fundamental de la lucha de clases, no la deja reducida o constreñida a un vínculo puramente técnico.

 

El rasgo capitalista de las relaciones entre las clases, precisamente convierte esta lucha entre explotadores y explotados, en una lucha económica, social, política, ideológica y hasta militar. O sea, el capitalismo por encarnar el modo más avanzado del desarrollo social e histórico, lo cual ciertamente complejiza las relaciones entre dominadores y dominados, convierte estas relaciones en una interdependencia, que se prolongará hasta el instante en que la clase dominada logre quebrar el estado de equilibrio, produciendo un cambio en la correlación de fuerzas y de dominio. En términos de estas relaciones, se precisa decir, que las diversas manifestaciones de la dominación burguesa, requieren de un instrumento que salvaguarde, que le imprima una lógica de regularidad y le dé una perspectiva de largo alcance a los intereses y objetivos capitalistas, y ese instrumento especial será el Estado.

 

LAS TAREAS DEL ESTADO BURGUÉS

El mito antiguo de la democracia a secas, permanentemente nos induce a errores de apreciación bastante lamentables, como también a realizar lecturas de la realidad muy equivocadas. Cuando no se tiene una comprensión cabal y nosotros diríamos más aún, cuando no se tiene una comprensión dialéctica acerca del papel del Estado en una sociedad de clases, difícilmente se puede zafar a un movimiento social contestatario de los mecanismos y trampas históricas que levanta y perfila la dominación para conservar sus estructuras de poder. Así pasó con los levantamientos de los esclavos en la Grecia aristocrática y en la Roma imperial, movimientos de emancipación que terminaron en trágicas derrotas. Todas las sociedades esclavistas sufrieron conmociones sociales y guerras de rebelión de los esclavos que duraron
siglos, entre estos el alzamiento de Espartaco en el siglo I (a.n.e.) que a pesar de su dramático fracaso que sumaron las persecuciones, la prisión, las torturas y la crucifixión de miles de los rebeldes, logró sacudir al Imperio Romano hasta sus cimientos. También ocurrió lo mismo con las rebeliones campesinas en las sociedades feudales, revoluciones campesinas que fueron erosionando el poder de la nobleza pero que no lograron constituir la fuerza suficiente, para el derrocamiento de la clase dominante, tarea que será cumplida posteriormente por la emergente clase burguesa, usando –como ya sabemos- de carne de cañón al proletariado y al “bajo Pueblo” que eran los sectores más empobrecidos de la sociedad.

 

En el siglo XIX y en el siglo XX, el proletariado como nuevo sujeto histórico de cambio, se enfrentó a estos avatares. La Comuna de París, representó infelizmente esta falta de comprensión y de madurez del proletariado revolucionario. El proletariado francés no tuvo el referente previo que lo aleccionara para enfrentar correctamente a una burguesía derrotada políticamente, pero que no lo estuvo no en el terreno militar; y es esta cuestión, la que justamente posibilito a los sectores reaccionarios burgueses y a los lastres del poder feudal, el preparar una exitosa contraofensiva capitalistas para recuperar el poder económico, político y militar. Con el proletariado Ruso, en los momentos previos a la toma del poder, también se vivieron circunstancias que pudieron poner en serio riesgo de retroceso el proceso pre-revolucionario puesto en marcha por la fuerza de los Soviet (consejos). En el caso de Rusia, la burguesía logra poner en práctica una serie de recursos dilatorios que amenazan los objetivos revolucionarios. El Gobierno provisional de Kérensky se convirtió en el principal instrumento de la burguesía y sus aliados, para no realizar las reformas prometidas e intentar contener el brío de las masas y la voluntad de estas de ejercer su protagonismo histórico. Tanto en el Congreso (La Duma) como en el Órgano Superior de los consejos de obreros, campesinos y soldados (El Soviet Supremo); la burguesía quiso demorar los acontecimientos priorizando y poniendo el acento en las elecciones, conformación y puesta en ejercicio de una Asamblea Constituyente. Es decir, la burguesía y sus lacayos: los Mencheviques y los Socialistas Revolucionarios; a toda costa buscaron desconocer y sustituir por la Asamblea Constituyente al Soviet Supremo, el órgano de más alta y genuina representación política y social del pueblo ruso, y por lo tanto el verdadero instrumento de conducción del proceso de cambios.

Lenin y el Partido Bolchevique, tuvieron la capacidad teórica para comprender el rol del Estado burgués, y en esa coyuntura precisa, interpretar con acierto los propósitos e intereses que la burguesía, desesperadamente se estaba jugando, para frenar el asalto al poder. Gracias a una lectura correcta de las condiciones materiales objetivas, pudo el Partido Bolchevique ejercer acertadamente el papel de factor subjetivo. Constituido en la voluntad política de la clase obrera y el campesinado revolucionario, advierten al proletariado ruso y a sus aliados estratégicos, de la necesidad de confiar en la fuerza propia, y reclamar en el momento justo: ¡Todo el Poder a los Soviet! Y de esta forma, canalizar adecuadamente las aspiraciones de las masas y conducirlas exitosamente a la toma del Poder.

 

LAS ACTUACIONES DEL ESTADO BURGUES EN CHILE

En chile, ahora mismo nos sobran ejemplos, para ver y entender cómo se expresa el Estado burgués. Lamentablemente, sectores de la propia izquierda, no quieren realizar el ejercicio de señalar las formas reales y concretas de cómo el Estado capitalista opera para contener y enfrentar a sus enemigos (los trabajadores y el pueblo) y el cómo defiende y preserva los intereses y privilegios de los ricos en esta sociedad de clases. 1. El actual gobierno coludido con la oposición concertacionista, continúan legislando a favor de las privatizaciones de los activos del Estado. 2. Prosiguen con una política de venta de nuestra soberanía popular, aprobando en el senado –entre gallos y medianoche- una ley de enajenación de las semillas nacionales, hipotecando con ello el futuro inmediato de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos, usando este regalito del Congreso la familia Von Baer se apropian sin más ni menos de la Quínoa que por miles de años (hace 5.000 años la cultivan los pueblos andinos) ha estado en manos de los campesinos Quechuas y Aimaras como una pertenencia social y colectiva de su alimentación ancestral. 3. Aprueban desvergonzadamente, con conflictos de intereses de por medio, el megaproyecto de Hidroaysén que afectará con desforestación y anegamientos 23.000 hectáreas de territorio. 4. A través del Ministerio Público mantienen el juicio contra los militantes anarquistas, basándose en pruebas absolutamente inconsistentes, instalando aberraciones jurídicas y con una opinión pública enterada y convencida –por lo burdo- del montaje preparado por el Ministerio del Interior en colusión evidente con el Ministerio Público (Hinszpeter-fiscal Peña). 5. La Corte Suprema con una consecuente posición de justicia de clase, y representando fielmente en lo judicial al poder dominante, contradice la resolución de dos tribunales de segunda instancia como el Tribunal Militar de Valdivia (Fiscalía Militar) y la Corte de Apelaciones de Concepción que absolvió de culpa a los Comuneros Mapuches anulando el veredicto del tribunal de Cañete; este máximo tribunal otorga un fallo adverso y reñido con su propio estado de derecho, al soslayar el carácter que posee la ley que se aplicó en el proceso (Ley Antiterrorista, cuestionada internacionalmente por los organismos de Derechos Humanos), así como las pruebas débiles que presentó el Ministerio Público (la Fiscalía) sumado a los testigos sin identidad, cuestiones todas que no han posibilitado un debido proceso, pero que cínicamente atentan y atropellan los derechos humanos, políticos, sociales y económicos del pueblo Mapuche. 6. Con su postura populista y demagógica, el Ministro Lavín, se nos muestra dialogante y democrático, pero, con sus perros guardianes (las Fuerzas Especiales) reprime a los principales actores de la educación chilena: profesores, académicos y estudiantes. Son tan “democráticos” que proponen una reforma a la educación superior que nadie conoce y por lo tanto, que nadie ha discutido. Sin embargo, el Señor ministro se hace el desentendido y muestra su fastidio a la toma que comienzan a implementar los nunca consultados protagonistas y víctimas del pésimo, mediocre y lamentable sistema educacional chileno.

 

Y ahí está el Estado, diciéndonos que es muy burgués, que es sólo burgués y que seguirá defendiendo los intereses de clase de sus representados: los patrones. Que aparentará ser un instrumento neutro o supra-social, porque LA GRAN BURGUESÍA tienen la conciencia de poseer todo el poder necesario para engañar a la mentada “ciudadanía”, y de no ocurrir así, entonces no solo tienen el poder, sino también la fuerza para convencer a esa dudosa o prejuiciada “ciudadanía” por medio del terrorismo de Estado.

 

EL DESCONTENTO ENTRE LA APELACION Y LA RUPTURA

Los revolucionarios no desechamos nada, ni una carta, ni un pliego de peticiones, ni una demanda pública, ni una declaración, ni un manifiesto, ni un panfleto, ni siquiera un pequeño volante. No desechamos ni una peña de solidaridad y denuncia, ni un acto político-cultural, ni un pequeño mitin, ni una pequeña marcha o una gran marcha, ni una gran concentración de protesta o una gran movilización de descontento y rebeldía. No desechamos nada, porque toda iniciativa, toda acción consciente sirve para sumar, para acumular fuerza. Sin embargo, la historia enseña que en este ir y venir pidiendo, demandando, reclamando, protestando, se nos puede pasar la vida. Así y todo, podemos conseguir pequeñas victorias, podemos arrancarles a los poderosos pequeñas conquistas, algunos derechos; siempre y cuando, siempre y cuando…, esas conquistas no cuestionen el poder político y económico de la clase dominante. El Estado entonces, se preocupará que la demanda social, no exceda el marco de satisfacción mínima que se requiere, para seguir explotando sin sobresaltos a los sectores dominados y haciendo las mínimas concesiones, descomprimir la caldera social para evitar poner en riesgo la ganancia. Por eso, el Estado burgués debe operar con eficiencia y ejercitar a través de sus burócratas y tecnócratas las políticas que conduzcan al agotamiento y desarme del descontento y de la rebeldía popular.

 

Es bueno entender entonces, que toda protesta, que toda movilización, por muy masiva y extensa que sea, no necesariamente deviene en triunfo, sobretodo, cuando nos enfrentamos a una clase poderosa y con muchas armas a su favor. Aquí es donde surge el imperativo de comprender las categorías materialista-dialéctica: contenido-forma, necesidad y casualidad. Al hablar de estas categorías del análisis marxista, nos situamos ante el problema del carácter, de la esencia que constituye un acontecimiento, de ahí que debamos diferenciar y establecer una distinción de fondo entre un objetivo pequeño-burgués, un objetivo de naturaleza reformista, y el de un objetivo revolucionario.
Es bueno explicitar esta distinción.

Ejemplo: Convocar a la “ciudadanía” o al pueblo a movilizarse contra el proyecto de Hidroaysén ¿qué significa?

¿Se busca expresar un repudio masivo? Hacer pública una molestia generalizada? Recuperar la libertad de expresión? Simbólicamente desafiar el poder del Estado? (congregarse frente a la Moneda) Medir fuerzas entre el movimiento ambientalista y el gobierno?

O, se busca denunciar y derrotar a partir de este proyecto, la política antipopular del régimen político, o sea, derrotar el modelo económico por ser la verdadera causa y razón de estos atentados a la soberanía popular. Si esto es lo que se busca, entonces la movilización tendría que tener el siguiente carácter:

 

1. Ser un evento de denuncia clara y profunda, que desenmascare el objetivo y la intención de los monopolios y el imperialismo

2. Ser un evento que señale con claridad un proceso o itinerario de lucha en ascenso de los sectores políticos y sociales. Que asigne tareas, que proponga formas de organización y de lucha. Que convierta esa masa heterogénea y amorfa en una orgánica nacional que tome forma desde las bases sociales.

3. Ser un evento que de homogeneidad a las aspiraciones de los movilizados y que sea capaz de canalizar el descontento planteando una alternativa política dinámica, independiente, y con un claro contenido popular: Comités de base en todo y por todo Chile, elaboración del pliego Democrático-Popular para agitar en todas las ciudades, desarrollo de Cabildos Populares o Asambleas del Pueblo y plebiscitos públicos de rechazo al modelo, para lograr la decisión y voluntad de realizar en el mediano plazo un Gran Paro Nacional de Actividades que involucre y comprometa a todos los sectores sociales.

4. Ser un evento que dé lugar a un Comando de conducción nacional, encabezado por los trabajadores a través de sus representantes más consecuentes, representantes de pobladores, de los estudiantes y sectores de profesionales, intelectuales y artistas.

5. Y ser un evento que dé el punto de partida a un proceso prolongado pero continuo de lucha por los derechos y demandas generales de los trabajadores y el pueblo, pero para señalar también que esta lucha sólo terminará cuando sea conquistada una sociedad verdaderamente democrática, justa e igualitaria.

Estos son a lo menos, los puntos que indefectiblemente deben considerar los organizadores o conductores de eventos o manifestaciones como las realizadas contra el proyecto “Hidroaysén”. Si de verdad, los convocantes tienen una postura consecuente con una política de participación democrática real y efectiva, entonces debieran proponer y exhortar al ejercicio de un verdadero protagonismo popular, cuestión que bien sabemos, hasta ahora no ha ocurrido.

 

UN MOVIMIENTO AMBIENTALISTA Y ECOLOGICO TODAVIA VERDE

Cuando las organizaciones políticas y sociales, que nos asumimos quizás con cierta arrogancia o soberbia, como instrumentos de avanzada o como sectores más conscientes respecto de las mayorías, tal vez aún nos falten pocos o muchos tramos para alcanzar esa verdadera conciencia de vanguardia. El Che nos decía: “Nadie puede solicitar el cargo de partido de vanguardia como un diploma oficial dado por la universidad. Ser partido de vanguardia es estar al frente de la clase obrera en la lucha por la toma del poder, saber guiarla a su captura, conducirla por los atajos incluso. Esa es la misión de nuestros partidos revolucionarios y el análisis debe ser profundo y exhaustivo para que no haya equivocación.”(1) La verdad es que nos encontramos todavía muy lejos de ese papel conductor, y estaremos marcando el paso en el mismo lugar y por mucho tiempo, si no somos capaces de asumir la necesidad de la unidad revolucionaria.

 

Comprender esta necesidad requiere como decía el Che de profundidad y rigor científico, y también requiere de la madurez y la altura de miras para situarnos honesta y correctamente frente a los hechos. Las condiciones objetivas están en desarrollo, porque aún la clase dominante posee capacidad de maniobra y logra manipular la conciencia de amplios sectores sociales, que por su alienación no pueden percibir sus problemas como efectos que se derivan del capitalismo. Por lo mismo, la dispersión ideológica que nos afecta como franja revolucionaria, contribuye a prolongar en el tiempo los fenómenos de la fragmentación social y la atomización orgánica en el campo de los dominados. Pues en razón de lo planteado es que no hemos tenido capacidad de conducción, en consecuencia no hemos logrado generar un protagonismo democrático independiente en nuestro ámbito de clase.

Asumida esta verdad, debemos reconocer que la actual coyuntura ha tenido una clara conducción reformista pequeño-burguesa. El ambientalismo y ecologismo pequeño-burgués, ganó la capacidad de ponerse a la cabeza de una problemática sentida transversalmente por los distintos sectores sociales y que están en contradicción con el modelo económico de los
monopolios.

 

 

El tema de la contaminación ambiental y la depredación de los ecosistemas han logrado penetrar en la conciencia de amplias capas de la sociedad, y este avance ideológico es el resultado de muchos años de un activismo perseverante por parte de estos referentes. El reformismo medioambientalista y ecológico consiguieron posesionarse en el escenario nacional, con un discurso crítico que siempre tuvo como blanco de sus ataques al modelo (Patrón de acumulación) y a su enemigo declarado que ha sido la versión “neoliberal” del capitalismo. Con esto, debemos necesariamente pensar que para ellos, otra versión del capitalismo, podría tener una cara más inofensiva, más benigna, más humana. ¿Qué tipo de capitalismo sería aquel?

Pero, en fin, con este discurso ganaron las simpatías de muchos sectores y por lo mismo, presumieron de un progresismo político que no tienen. Las claves de su discurso fueron por una economía y desarrollo sustentable y la implementación de proyectos de energía alternativa o limpia. En el periodo post-dictadura, el reformismo medioambientalista y ecológico, construye un discurso seudo-democrático, que a nuestro juicio, intentó reemplazar el vacío ideológico dejado por el socialcristianismo (PDC), sin embargo, no integran en su cuerpo conceptual, la idea de socialismo; como si lo hizo la Democracia Cristiana cuando levanta el postulado del “Socialismo Comunitario”. Los sectores “verdes” jamás levantaron un proyecto que insinuara una alternativa al capitalismo, a lo más, ocuparon en su discurso el concepto de “verdadera” democracia, sin vincularlo o acercarlo a alguna clase social.

 

 

Para la superación de los antagonismos o contradicciones de clases, recetaron una “sociedad tolerante” muy semejante a la idea de la conciliación entre las clases, emparentándose con la concepción del post-modernismo del “respeto a la diversidad”. Recetas que para los pobres e indigentes de nuestro país realmente resultan un lujo, si de respetar las grandes fortunas se trata, o de tolerar que otro “compatriota” reciba un ingreso mensual 40 veces superior al de un sueldo mínimo. Recetas que para un rico de nuestro país resultan un chiste, acostumbrados como están a no tener respeto por ningún trabajador y menos por ningún indigente. Para estos actores políticos, el capitalismo no representa una realidad perversa y contraria a la felicidad humana, para ellos el capitalismo es una realidad aceptable, vivible y reformable, por lo tanto remozado se puede convertir en una sociedad casi ideal. Dada esta visión, por supuesto, muy lejana y muy distinta a la cosmovisión de los pueblos originarios; es que su política consiste en apelar a la “conciencia” de los monopolios nacionales y a las transnacionales, a que no destruyan el planeta, a que no lo contaminen, a que no lo depreden; no importa que una vez otorgada esta concesión, reine para siempre, en la tierra, en el cielo y en todo lugar, la propiedad privada de los medios de producción, y sin importar también, que los pobres del mundo sigan siendo por los siglos de los siglos, la clase subalterna de la burguesía parasitaria.

 

En definitiva, este medioambientalismo y ecologismo pequeño-burgués, no apunta a resolver la contradicción presente en países como el nuestro, de que siendo formal e institucionalmente independientes, en la práctica no tenemos soberanía sobre nuestros cuantiosos recursos y riquezas. Se esconde la lectura de que países como el nuestro, que contamos con casi todos los recursos naturales del planeta, conformando una franja de casi 3.600 millones de personas, paradójicamente contamos con un producto interno bruto de sólo el 11,9 % del mundial y recibimos apenas el 20 % de la riqueza. Países condenados a no crecer y desarrollarnos por la sobreexplotación y el saqueo imperialista en nuestros territorios. Se esconde el hecho de que con el robo que a diario se nos hace, nuestros países tendrían la capacidad de resolver la extrema pobreza que afecta dramáticamente a 1.400 millones de personas. La diferencia entre el reformismo medioambiental y ecológico y el imperialismo, estriba en el modelo de acumulación y en la forma de dominación por la cual optan, pero no está en cuestionamiento el modo de producción y el tipo de propiedad que le da su esencia.

Son las anteriores limitaciones de estos movimientos, sus debilidades y vacíos en lo jurídico, en lo político e ideológico; los que nos conducen a señalar que, levantar las sentidas banderas de la defensa de la naturaleza, del equilibrio ecológico del planeta; con todo lo serio y desafiante que resulta frente a la gran burguesía financiera internacional, condicionada a conseguir grandes utilidades en sus negocios y a lograr una alta concentración y acumulación de capitales y riquezas en un corto plazo; a costa incluso de un daño ambiental creciente, prácticamente criminal y genocida contra la humanidad; nos parece tremendamente irresponsable erigirse como los paladines de esta lucha, sin mostrar y denunciar con claridad, los verdaderos objetivos e intereses imperialistas que ocultan los proyectos mineros, energéticos y también los planes militares con los cuales invaden y someten a los pueblos.

Movilizar a grandes sectores de masas, sin hacerles ver que nos estamos enfrentando al capitalismo como sistema y que la clase que lo sostiene, la burguesía, le ha declarado una guerra a muerte a la humanidad, es simplemente no contar con la grandeza moral necesaria y eludir el reto histórico que tiene cualquier ser humano con decoro, de denunciar y combatir los crímenes que se cometen contra los pueblos y su derecho fundamental: la vida.

 

Eludir esta tarea, ocultando los verdaderos nexos y entramados económicos, políticos e ideológicos, que mueven a este siniestro orden internacional, separando ficticiamente o de manera unilateral, los altos liderazgos políticos de los mafiosos y enrarecidos negocios de las transnacionales, como asimismo, aislando de esta colusión de clase a la gran empresa de mercenarios y asesinos a sueldo del imperialismo como es la OTAN. Defender verdaderamente la naturaleza y el planeta, defender verdaderamente a la humanidad del presente y a la humanidad del futuro, exige desenmascarar a sus enemigos, exige combatirlos y exige derrotarlos; a nuestro juicio el reformismo medioambientalista y ecológico no posee la madurez para asumir esta gran tarea histórica, está a todas luces muy verde para llevarla a cabo.

MUCHOS ATENTADOS A LA RAZÓN

Hacemos memoria de la guerra de los Balcanes, que además de mucho acero y mucha muerte, estuvo desde sus inicios rodeada de miles de mentiras. Todos esos pueblos de una u otra forma fueron los verdaderos perdedores de una guerra fabricada por las macabras instituciones del imperialismo. Los yankees y la Europa occidental salieron victoriosos, dividiendo consiguieron reinar sobre un territorio que los podía proveer de enormes riquezas, de forma sangrienta iniciaron una nueva era de dominio y de expansión de sus mercados. Ocuparon territorios, azuzaron las diferencias étnicas para enfrentar a un pueblo contra otro, y presentando a sus ejércitos y aparatos de inteligencia como verdaderos cruzados de la democracia y la libertad, instalaron de nuevo en esos países al capitalismo con sus secuelas de explotación, abusos y miserias contra esos pueblos.

 

La actual crisis del Medio Oriente, además de rebeliones y alzamientos populares, y también de falsos levantamientos rebeldes financiados y conducidos por el imperialismo, posee como en los Balcanes el ingrediente de la mentira. Quienes se juegan a favor del imperialismo Euro-norteamericano, son “demócratas”, son “defensores de los derechos humanos”, son “defensores de la vida de los pueblos” y lo son, vomitando fuego y acero contra las poblaciones civiles y lo son apropiándose de los activos financieros de los países que agreden militarmente, violando de paso el derecho internacional. Quienes se juegan a favor de la independencia y soberanía de su país, son “tiranos”, son gente culturalmente “atrasada”, o son pueblos “sometidos al engaño” por sus gobernantes. Así y todo, en esta verdadera encrucijada para los pueblos, de todos modos las contradicciones juegan como un hecho aleccionador que posibilita crecer y madurar hacia una nueva síntesis. José Martí nos decía que: “El que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella.” (2)

En el contexto histórico actual, de un capitalismo en su fase imperialista, tensionado con cuadros de crisis cíclicas recurrentes, pero, también zarandeado por el movimiento continuo de obtener y conservar ganancia, siempre recurre al factor militar como una necesidad indisociable de la acumulación, y no como una opción de la cual no pudiera zafarse. El belicismo imperialistas, su expansionismo, sus intervenciones y ocupaciones guerreras, siempre ha tenido que ver con el agotamiento interno de los mercados y de las fuentes de abastecimiento, junto con ello armarse de una política exterior, basadas en apetencias de lucro que desestabilizan y deterioran de manera inevitable los acuerdos o tratados internacionales. Es la característica intensiva de la acumulación y la supuesta limitación de los territorios proveedores de riquezas, como ahora ocurre con el gas, el petróleo y los recursos hídricos (el agua).

Lo real es que un premio nobel de la paz, actualmente presidente de uno de los Estados más agresivos del planeta, el imperialismo norteamericano, está hoy a la cabeza de las acciones terroristas de más alto calibre, contra Irak, Afganistán y ahora Libia. El señor Barack Obama confunde y pone en el mismo nivel: la libertad de las transnacionales para invadir, para robar y para asesinar; con la libertad de los pueblos para ser independientes, soberanos, dignos y felices. Y ahora mismo, este señor nobel de la paz, por medio de su OTAN, contribuye a aumentar la cifra de 11 millones de niños que mueren cada año por causa del hambre y de enfermedades prevenibles y curables, con la cantidad de niños que ahora son muertos por sus balas. Y es así, porque la trayectoria belicista corresponde a una tendencia objetiva del capital, y que se deriva de la competencia agresiva por la ganancia. Los acuerdos que los capitalistas discuten en la mesa, posteriormente los resuelven invadiendo y asesinando pueblos con sus balas. El gran capital oscila entre el lucro y el fascismo.

 

Pero ya lo sabemos, a pesar de los muchos atentados diarios a la razón, ocurre que la escurridiza inteligencia después de un largo ciclo, está de vuelta a la experiencia y a la práctica de los pueblos. La lucha de clases vuelve a ser por la agudización de sus antagonismos, una verdadera escuela de formación práctica, que sacude nuevamente al proletariado mundial de su adormecimiento e ignorancia y lo prepara para un nuevo impulso emancipador de sus condiciones de explotación y pobreza. Junto con ello, la marcha dialéctica de la historia da luces a los revolucionarios para reconocer filas y recomenzar la lucha y reedificar el horizonte socialista que habíamos perdido de vista.

 

 

ADELANTE CON TODAS LAS FUERZAS DE LA HISTORIA

geo


Solo queda comprender que la derrota no es para siempre, que los pocos sobrevivientes no solo de las luchas pasadas, sino también de las esperanzas del ayer, hoy junto a las nuevas generaciones, estamos disipando la neblina del camino, de a poco las confusiones se alejan de nuestras cabezas y ganamos conciencia de los engaños y distorsiones que nos desviaron en lo teórico de nuestro patrimonio científico, legado también histórico y moral, que ningún gurú, ni charlatán, ni oportunista, fueron capaces de sustituir con sus endebles hipótesis. El marxismo-Leninismo que nunca fue derrotado, vuelve a abrirse camino por los vericuetos de la historia para enrostrar a los renegados contemporáneos y a los intelectuales burgueses su razón y su vigencia. A los llamados “nuevos paradigmas” la misma realidad se encargó de mandarlos estrepitosamente al suelo y el radicalismo pequeño-burgués, acompañados de los socialistas renovados (renegados), tuvieron que conformarse con ser una muy ambigua conciencia crítica de la burguesía monopólico-financiera. Su postulado de la diversidad y la tolerancia, ahora les sirve enormemente para establecer una lúdica relación de oposición mediática con los dueños del poder y la riqueza. Los vemos cada día, en los calefaccionados espacios de las instituciones burguesas, dándose de manos y abrazos con sus supuestos enemigos; y tal como ha sido en estos últimos 21 años, siguen estando lejos, muy lejos, de los trabajadores y el pueblo, seguramente preparando el próximo guión de sus actuaciones, por si les resulta nuevamente posible realizar falsas promesas y cometer nuevos engaños.

En lo concerniente a los revolucionarios, se trata de trabajar y esforzarnos dos, tres y hasta miles de veces, para estar y vivir las esperanzas y la suerte de nuestro pueblo. Levantar un nuevo compromiso de lucha por la transformación revolucionaria, multiplicar el papel organizador y educador en la experiencia de los sectores obreros y populares de tal manera que nos fundamos con sus anhelos y derechos. Proponer herramientas y caminos que les unan, que les sitúen en la misma trinchera. Crear espacios donde se reconstruya el lenguaje y la identidad de clase, donde la discusión y el debate franco nos depuren de las influencias nocivas y de los contrabandos ideológicos que introduce el enemigo en nuestras conciencias. Convocar con ánimo fraternal a toda revolucionaria y revolucionario consecuente, a reconocernos y trabajar en una misma y única organización, cuyos principios sean la conciencia de clase, la solidaridad, el espíritu fraterno y de sacrificio y el compromiso más profundo por la emancipación integral de los explotados y oprimidos por el capitalismo y la construcción de una sociedad socialista. “Lo definitivo es la decisión de lucha que madura día a día; la conciencia de la necesidad del cambio revolucionario, la certeza de su posibilidad”

 

En lo inmediato, debemos asumir el compromiso de la inserción en la dinámica y realidad social de los trabajadores y el pueblo, y forjar la identidad con sus luchas e intereses. Combatir y derrotar la fragmentación social, tendiendo puentes que acerquen y unan a los diferentes sectores de trabajadores y del mundo popular, articular sus luchas y reconstruir su unidad bajo la expresión común de un fuerte y extenso Movimiento Obrero y Popular. Superar la atomización orgánica, proponiendo o generando espacios comunes amplios, en una perspectiva de lucha independiente y democrático-popular. Si todos los revolucionarios asumimos este desafío, con conciencia, compromiso y voluntad militante, en poco tiempo podremos reconstruir social y políticamente, rearmar ideológicamente y levantar una fuerza social ofensiva, que ponga al día la lucha por las transformaciones revolucionarias de nuestra sociedad.

 

El MIR, fiel al legado de nuestros héroes, continúa comprometido con la tarea de contribuir a la unidad de los revolucionarios, procurar su convergencia y cumplir con la necesidad de forjar la Dirección Revolucionaria única para nuestra clase. Del mismo modo, no ha abandonado la responsabilidad histórica, de aportar al objetivo de unir a los trabajadores y al pueblo para conformar la alianza estratégica de los explotados y oprimidos en pos del socialismo. Y finalmente, el MIR no ha olvidado su principal responsabilidad y compromiso, que consiste en generar junto a nuestra clase; de lo simple a lo complejo, de lo pequeño a lo grande; las condiciones sociales, ideológicas y políticas; para crear y desarrollar el Poder Obrero y Popular y establecer el protagonismo de la clase obrera y el pueblo; como nuevo sujeto histórico del cambio revolucionario.

 

“TODA NUESTRA ACCION ES UN GRITO DE GUERRA CONTRA EL IMPERIALISMO Y UN CLAMOR POR LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS CONTRA EL GRAN ENEMIGO DEL GENERO HUMANO: LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA”
Che

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