26 Mayo 2015
Armando Romero
El gobierno logro imponer sus términos
Presionando y coartando la independencia
Del movimiento. Interviniendo bajo
La figura de buena voluntad y cooperación.
Fue como una rendición incondicional
La forzada firma del acuerdo.
Después de 41 días la huelga de Hambre de los Ex Prisioneros Políticos iniciada en Rancagua y que se extendió a lo largo de todo el país, se llegó a un acuerdo con el Gobierno que permitió finalizar con esta movilización.
El domingo 24 de mayo en Valparaíso después de 33 días en huelga, dieron por finalizado formalmente su ayuno en un acto organizado junto a los integrantes del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes. Quienes intervinieron a través de sus funcionarios, apelando a la emotividad y la disposición de facilitar la gestión, para responder a las necesidades de los huelguistas de hambre. El gobierno estuvo siempre informado de lo que pasaba en la simbólica toma, por intermedio de la funcionaria Andrea Navea Valenzuela, se entregaba a diario un informe vía la subsecretaria de gobierno.
Esta actividad organizada y coordinada por integrantes del Consejo de la Cultura se desarrolló con un esquema basado en un libreto cuidadosamente preparado, a través del cual las autoridades de Gobierno representadas por el Gobernador de Valparaíso y de los estamentos estatales, como el Consejo mismo y el Instituto de Derechos humanos, expusieron su satisfacción del término del conflicto en discursos cargados de emotividad, montando una puesta en escena, donde los ex presos políticos sólo eran meros actores sin parlamento. En este libreto en principio la gestora cultural y funcionaria de gobierno, había elaborado un libreto, donde la primera intervención le correspondía al vocero Arturo Samit y cerraba la ceremonia la subsecretria Lilia Concha Carreño
En los discursos de los representantes del Estado, destacaban como esta acción de los ex presos políticos, le había permitido volver sus asombradas miradas a las raíces de la lucha en contra la dictadura. Hasta se juramentaban enmendar el rumbo de la justicia.
Para cualquier observador internacional o persona desinformada, estas palabras podrían parceles gestos valiosos, la verdad sólo fueron discursos demagógicos, han pasado más de dos décadas del termino formal de la dictadura, donde se impuso esa perversa lógica de la medida de lo posible […] los gobiernos han hecho oído sordo a las demandas de Verdad, Justicia y Reparación a los ex presos políticos.
Esta movilización de los Ex P.P. es una más de una serie de Huelgas de Hambre realizadas, no podemos olvidar a los Prisioneros Políticos Mapuche, esos discursos resultan bastante extraño, para llamarlo de alguna manera, esta “apertura de mente” de quienes participan del gobierno quienes solo ahora perciban o se den cuenta del tipo de democracia cimentada en estos años de post dictadura, en donde las injusticias y desigualdades se han ido profundizando y las políticas globales implementadas han favorecido inequívocamente a los grandes empresarios. Para los sectores más desposeídos, en “situaciones carenciales” como suelen denominar eufemísticamente, se han generado solo políticas miserables de bonos del más variado tipo, que representan migajas y limosnas y no soluciones de fondo.
En este acto llamado cierre de la huelga de hambre, a los ex presos políticos no se les permitió expresarse libremente, sólo se le dio la palabra al vocero y a la fuerza uno de los ex presos políticos en huelga logro tomar la palabra. A los asistentes se les obligo salir a la calle, donde se dio a conocer el acuerdo firmado con el gobierno chileno.
Fue, por lo tanto, en las escalinatas exteriores del edificio en donde el Vocero de los Ex P.P. leyó el documento firmado, resaltando que aun cuando no era un buen acuerdo y acá en Valparaíso no estaban completamente convencidos del mismo, en aras de la unidad y para salvaguardar la vida e integridad de los manifestantes habían firmado y dado por finalizada esta movilización. Es decir, se trató una vez más – como al parecer va siendo una característica recurrente de nuestra idiosincrasia - de un “acuerdo en la medida de lo posible”. Una suerte de rendición incondicional.