Sociólogo Universidad de Chile
Columnista Radio TV Liberación
Diálogos necesarios, contestando a un compañero…
Para despejar los discursos contemplativos de los
últimos 33 años:
No creo que una elección reemplace la revolución. Tampoco que resuelva los temas propios de ésta. Lo que sí creo, es que las coyunturas electorales generan momentos y espacios de sensibilización, de visibilización de sus problemas por el propio pueblo, las elecciones no resuelven los problemas; los plantean, decía Miguel y constituyen una oportunidad para la agitación de las propuestas de los revolucionarios, su internalización en la mente de las masas y su organización en la dirección de acumular fuerzas desde la perspectiva estratégica de la revolución.
El tema central para abordar estos temas es la educación y, más importante y previa a aquella: la autoeducación política.
Debiera ser una preocupación de quienes se sienten revolucionarios el considerar que es la constitución del 80, con sus leyes orgánicas y toda su institucionalidad político - jurídica, la que ha mantenido sometido, fragmentado y envilecido a nuestro pueblo por 42 años. Es un tema que debemos considerar. No basta para ello el discurso fácil de que "son burguesas", de lo que se colige, entonces es un asunto de burgueses. Y que, bueno, ellos verán.
Es complejo entender la fractura que representas entre el ser individual, que decide votar “nulo” o “en contra”, y el ser social y político que considera que las elecciones son temas de burgueses y que su grupo no debiera meterse. Faltan unas piezas ahí. Ojalá pudiéramos rearmarlas en el intercambio. Quizás sea útil al efecto entender que toda coyuntura, impuesta por la burguesía o por el pueblo, es un espacio de intervención de los y las revolucionarias para preservar o acumular fuerzas estratégicas.
Si aceptamos la posibilidad de acumular fuerzas estratégicas para la revolución - Partido, Frente Político, Alianza Social Revolucionaria. Fuerza Material del Pueblo - en el contexto de la convocatoria constitucional burguesa, entonces podríamos ver cómo hacerlo, de manera de ser consistentes con el discurso de la acumulación de fuerzas estratégicas.
Asumido lo anterior, podríamos entonces resolver la segunda fractura del discurso: como llegar a plantearnos, desde la indiferencia social y política ante un evento electoral burgués, la tarea de "una asamblea constituyente de base popular", que es también mi norte político en el período. Pero como objetivo real, no como mero discurso personal, existencial, trans- histórico.
Para ello, desde una perspectiva estratégica, seria central revincularnos profundamente en las masas populares, dejando de ser solo su delgada franja radical. Con tal propósito es central también ubicar los territorios en los que habitan los más de 2 millones de votos nulos, primera expresión, en 33 años, de una respuesta social clara de rabia y rechazo del capitalismo neoliberal.
La tarea aquí estaría en convocar y organizar en esos territorios los Comités por el Rechazo. Estos serían espacio no partidistas sino amplios, de manera que integraran pueblo. Es aquí donde sería necesario articular en el discurso, en las marchas locales y en las acciones directas de masas, las demandas del 18 de octubre y su negación por el modelo y el mundo politiquero neoliberal, con la convocatoria a votar en contra en el plebiscito de diciembre, a la vez que levantar y masificar la lucha por una Asamblea Constituyente Originaria como posibilidad de realización de tales demandas.
El objetivo político inmediato será dotar al proceso constitucional del neoliberalismo, de gobierno y de oposición, del máximo de ilegitimidad posible, aumentando fuertemente el voto en contra, más los votos nulos y en blanco. En ese contexto y con las fuerzas sociales y políticas acumuladas en el pueblo, será posible, a una escala mayor, continuar las luchas populares, democráticas y revolucionarias tras el objetivo del período: Asamblea Constituyente Originaria.